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圣座公布《圣公会的结合》宗座谕令及附带的补充法规,为渴望加入天主教者铺下坦途

时间:2009-11-10  来源:梵蒂冈电台  作者:梵蒂冈电台 点击:

圣座十一月九日公布取名《圣公会的结合》宗座谕令,为促进基督信徒的合一敞开一条新的道路。谕令有十三条文,补充法规则有十四条。这两项重要文件也承认圣 公会在与罗马天主教之间的共同信仰上,可以合法有其不同的表达方式。圣座之所以制定并公布这项新谕令,是因为全球不少地方的英国圣公会圣职人员,包括主教 和神职人员,以及信友,早就表示愿与罗马天主教结合于圆满共融中的心意。为此,教宗本笃十六世以慷慨的心怀,为促进全球基督信徒早日合一共融,在经过审慎 研究思考后,颁布这项新谕令,为渴望结合于天主教的圣公会信徒敞开一条安稳合法的途径。为此,这项新谕令不是主动出自罗马圣座,而是为了回应圣公会部分信 友的需求而制定颁布的。

新谕令最重要的一点就是教宗批准设立特定的《个人性质教区》。所谓个人性质,是指这样的教区没有特定的辖区,但有 特定的信友团体和它的神职人员负责牧灵工作。换句话说,《个人性质的教区》乃存在于一个或数个天主教教区内的另一个独立的法定教会团体,不受当地主教管 辖,但由教宗特别委派的教区首长来管理和领导。这样的教区可以保存圣公会原来特有的灵修和礼仪传统,并隶属圣座教义部和其他相关部会管辖。

在教宗所批准设立的《个人性质教区》内,得以按照圣座所批准的、属于圣公会传统的礼仪书籍来举行弥撒和各种圣事。教区首长由教宗任命,享有教宗授予的管理教区内外事务的权柄;他并以教宗代理人身份执行他的职务;管理所有属于个人性质教区内的信友。

新 谕令规定所有在圣公会内行使过执事、神职或主教职务者,可以被《个人性质教区》的首长接纳为天主教圣职人员的候选人。至于已婚的圣公会圣职人员,则需要根 据天主教的《司铎独身》通谕及相关文献来处理他们的身份和职务。未婚者则必须自遵守天主教神职人员独身的法律。加入天主教后的个人性质教区首长只能准许独 身者晋升司铎。至于已婚者可以按照个案呈请教宗准予领受神职。凡在这种教区内有意晋升司铎者,必须在当地天主教修院与其他天主教修生接受同样的培育。教区 首长在圣座批准下,得以成立新的修会和使徒生活团体。

凡曾经在天主教内接受祝圣为圣职人员,后来离开天主教加入圣公会者,不得在个人性质教区内执行神职职务。那些在圣公会内婚姻不正规的修生修士,不得在个人性质教区内被祝圣为神职人员。

至于原已经是圣公会已婚的主教,在与天主教完全共融后,可以被任命为个人性质教区的首长,但须先接受天主教的神职祝圣后,才得以行使教区首长法定的牧灵与圣事职权。

最后,个人性质教区首长必须每五年一次前来罗马向教宗述职,一如现今天主教任何主教一样。


CONSTITUCIÓN APOSTÓLICA

ANGLICANORUM COETIBUS

DEL SUMO PONTÍFICE

BENEDICTO XVI

Sobre la institución de ordinariatos personales

para los anglicanos que ingresan en la plena comunión con la Iglesia católica


 

En estos últimos tiempos el Espíritu Santo ha empujado a grupos de anglicanos a pedir en varias ocasiones e insistentemente ser recibidos, incluso corporativamente, en la plena comunión católica y esta Sede Apostólica ha acogido benévolamente su petición. El sucesor de Pedro de hecho, que tiene del Señor Jesús el mandato de garantizar la unidad del episcopado y de presidir y tutelar la comunión universal de todas las Iglesias [1], no puede dejar de predisponer los medios para que este santo deseo pueda ser realizado.

La Iglesia, pueblo reunido en la unidad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo [2], fue de hecho instituida por nuestro Señor Jesucristo como "un sacramento o señal e instrumento de la íntima unión con Dios y de la unidad de todo el género humano" [3]. Toda división entre los bautizados en Jesucristo es una herida a lo que la Iglesia es y a aquello para lo que la Iglesia existe; de hecho, "abiertamente repugna a la voluntad de Cristo y es piedra de escándalo para el mundo y obstáculo para la causa de la difusión del Evangelio por todo el mundo" [4]. Precisamente por esto, antes de derramar su sangre por la salvación del mundo, el Señor Jesús rezó al Padre por la unidad de sus discípulos [5].

El Espíritu Santo, principio de unidad, constituye a la Iglesia como comunión [6]. Él es el principio de la unidad de los fieles en la enseñanza de los Apóstoles, en la fracción del pan y en la oración [7]. Con todo la Iglesia, por analogía con el misterio del Verbo encarnado, no es sólo una comunión invisible, espiritual, sino también visible [8]; de hecho, "la sociedad dotada de órganos jerárquicos, y el cuerpo místico de Cristo, reunión visible y comunidad espiritual, la Iglesia terrestre y la Iglesia dotada de bienes celestiales, no han de considerarse como dos cosas, porque forman una realidad compleja, constituida por un elemento humano y otro divino" [9] La comunión de los bautizados en la enseñanza de los Apóstoles y en la fracción del pan eucarístico se manifiesta visiblemente en los vínculos de la profesión de la integridad de la fe, de la celebración de todos los sacramentos instituidos por Cristo y del gobierno del Colegio de los obispos con su propia cabeza, el Romano Pontífice [10].

La única Iglesia de Cristo de hecho, que en el Símbolo profesamos una, santa, católica y apostólica, "permanece en la Iglesia católica, gobernada por el sucesor de Pedro y por los obispos en comunión con él, aunque pueden encontrarse fuera de ella muchos elementos de santificación y de verdad que, como dones propios de la Iglesia de Cristo, inducen hacia la unidad católica" [11].

A la luz de estos principios eclesiológicos, con esta constitución apostólica se ofrece una normativa general que regula la institución y la vida de los ordinariatos personales para aquellos fieles anglicanos que desean entrar corporativamente en plena comunión con la Iglesia católica. Esta normativa está complementada por las "Normas complementarias" emanadas por la Sede Apostólica.

I. § 1. Los ordinariatos personales para anglicanos que entran en la plena comunión con la Iglesia católica son erigidos por la Congregación para la Doctrina de la Fe dentro de los confines territoriales de una determinada conferencia episcopal, después de haber consultado a la misma conferencia.

§ 2. En el territorio de una conferencia de obispos, pueden ser erigidos uno o más ordinariatos, según las necesidades.

§ 3. Cada ordinariato ipso iure goza de personalidad jurídica pública; es jurídicamente equiparable a una diócesis [12].

§ 4. El ordinariato está formado por fieles laicos, clérigos y miembros de institutos de vida consagrada o de sociedades de vida apostólica, originariamente pertenecientes a la Comunión Anglicana y ahora en plena comunión con la Iglesia católica, o bien aquellos que reciben los sacramentos de la iniciación en la jurisdicción del ordinariato mismo.

§ 5. El Catecismo de la Iglesia Católica es la expresión auténtica de la fe católica profesada por los miembros del ordinariato.

II. El ordinariato personal se rige por las normas del derecho universal y de la presente constitución apostólica y está sujeto a la Congregación para la Doctrina de la Fe y a los demás dicasterios de la Curia Romana según sus competencias. Está también regido por las "Normas Complementarias" y otras eventuales normas específicas dadas para cada ordinariato.

III. Sin excluir las celebraciones litúrgicas según el Rito Romano, el ordinariato tiene la facultad de celebrar la Eucaristía y los otros sacramentos, la Liturgia de las Horas y las demás acciones litúrgicas, según los libros litúrgicos propios de la tradición anglicana aprobados por la Santa Sede, con el objetivo de mantener vivas en el interior de la Iglesia católica las tradiciones espirituales, litúrgicas y pastorales de la Comunión Anglicana, como don precioso para alimentar la fe de sus miembros y riqueza que debe ser compartida.

V. Un ordinariato personal se confía al cuidado pastoral de un ordinario nombrado por el Romano Pontífice.

V. La potestad (potestas) del ordinario es:

a. ordinaria: unida por el mismo derecho al oficio conferido por el Romano Pontífice, para el fuero interno y el fuero externo;

b. vicaria: ejercida en nombre del Romano Pontífice;

c. personal: ejercida sobre todos aquellos que pertenecen al ordinariato.

Ésta es ejercida de manera conjunta con la del obispo diocesano local en los casos previstos por las "Normas complementarias".

VI. § 1. Aquellos que han ejercido el ministerio de diáconos, presbíteros u obispos anglicanos, que responden a los requisitos establecidos por el derecho canónico [13] y no están impedidos por irregularidades u otros impedimentos [14], pueden ser aceptados por el ordinario como candidatos para las sagradas órdenes en la Iglesia católica. Para los ministros casados, se han de observar las normas de la encíclica de Pablo VI Sacerdotalis Coelibatus, n. 42, [15] y de la declaración In June [16]. Los ministros no casados deben atenerse a la norma del celibato clerical según el can. 277, § 1.

§2 El ordinario, en plena observancia de la disciplina del celibato clerical en la Iglesia latina, pro regula admitirá sólo a hombres célibes al orden del presbiterado. Podrá pedir al Romano Pontífice, como una derogación del canon 277, §1, admitir caso por caso al Orden Sagrado del presbiterado también a hombres casados, según los criterios objetivos aprobados por la Santa Sede.

§ 3. La incardinación de los clérigos estará regulada según las normas del derecho canónico.

§ 4. Los presbíteros incardinados en un ordinariato, que constituyen su presbiterio, deben cultivar también un vínculo de unidad con el presbiterio de la diócesis en cuyo territorio desarrollan su ministerio; deberán favorecer iniciativas y actividades pastorales y caritativas conjuntas, que podrán ser objeto de acuerdos estipulados entre el ordinario y el obispo diocesano local.

§ 5. Los candidatos a las sagradas órdenes en un ordinariato se formarán junto a los otros seminaristas, especialmente en los ámbitos doctrinal y pastoral. Para tener en cuenta las necesidades particulares de los seminaristas del ordinariato y de su formación en el patrimonio anglicano, el ordinario puede establecer programas para desarrollar en el seminario o también erigir casas de formación, unidas a facultades de teología ya existentes.

VII. El ordinario, con la aprobación de la Santa Sede, puede erigir nuevos institutos de vida consagrada y sociedades de vida apostólica y promover a los miembros a las sagradas órdenes, según las normas del derecho canónico. Institutos de vida consagrada provenientes del anglicanismo y ahora en plena comunión con la Iglesia católica, pueden ser sometidos a la jurisdicción del ordinario por mutuo acuerdo.

VIII. § 1. El ordinario, según la norma del derecho, después de haber oído el parecer del obispo diocesano del lugar, puede, con el consentimiento de la Santa Sede, erigir parroquias personales, para el cuidado pastoral de los fieles pertenecientes al ordinariato.

§ 2. Los párrocos del ordinariato gozan de todos los derechos y están sujetos a todas las obligaciones previstas en el Código de Derecho Canónico, que, en los casos establecidos en las "Normas complementarias", son ejercidos en mutua ayuda pastoral con los párrocos de la diócesis en cuyo territorio se encuentra la parroquia personal del ordinariato.

IX. Tanto los fieles laicos como los institutos de vida consagrada y las sociedades de vida apostólica, que provienen del anglicanismo y desean formar parte del ordinariato personal, deben manifestar esta voluntad por escrito.

X. § 1. El ordinario es asistido en su gobierno por un Consejo de Gobierno, regulado por estatutos aprobados por el ordinario y confirmados por la Santa Sede. [17]

§ 2. El Consejo de Gobierno, presidido por el ordinario, está compuesto por al menos seis sacerdotes y ejerce las funciones establecidas en el Código de Derecho Canónico para el Consejo Presbiteral y el Colegio de Consultores y aquellas especificadas en las "Normas complementarias".

§ 3. El ordinario debe constituir un Consejo para los Asuntos Económicos, según la norma del Código de Derecho Canónico y con las funciones establecidas por éste. [18]

§ 4. Para favorecer la consulta de los fieles, en el ordinariato debe ser constituido un Consejo Pastoral. [19]

XI. El ordinario debe ir a Roma cada cinco años para la visita ad limina Apostolorum y, a través de la Congregación para la Doctrina de la Fe, en comunicación también con la Congregación para los Obispos y la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, debe presentar al Romano Pontífice un informe sobre el estado del ordinariato.

XII. Para las causas judiciales, el tribunal competente es el de la diócesis en que tiene domicilio una de las partes, a no ser que el ordinariato haya constituido un tribunal propio, en cuyo caso el tribunal de segunda instancia será el designado por el ordinariato y aprobado por la Santa Sede.

XIII. El decreto que erigirá un ordinariato determinará el lugar de la sede del mismo ordinariato y, si lo considera oportuno, también su iglesia principal.

Queremos que estas disposiciones y normas nuestras sean válidas y eficaces ahora y en el futuro, no obstante, si fuese necesario, las constituciones y las ordenanzas apostólicas emanadas por nuestros predecesores, y toda otra prescripción, incluso las dignas de particular mención y derogación.

Dado en Roma, junto a San Pedro, el 4 de noviembre de 2009, memoria de san Carlos Borromeo.

BENEDICTUS PP . XVI


 



NOTAS

[1] Cf. Concilio Ecuménico Vaticano II, constitución dogmática Lumen gentium, 23; Congregación per la Doctrina de la Fe, Carta Communionis notio, 12; 13.

[2] Cf. Constitución dogmática. Lumen gentium, 4; Decr. Unitatis redintegratio, 2.

[3] Constitución dogmática Lumen gentium 1.

[4] Decreto Unitatis redintegratio, 1.

[5] Cf. Juan 17,20-21; decreto Unitatis redintegratio, 2.

[6] Cf. Constitución dogmática Lumen gentium, 13.

[7] Cf. Ibídem; At 2,42.

[8] Cf. Constitución dogmática Lumen gentium, 8; carta Communionis notio, 4.

[9] Constitución dogmática Lumen gentium, 8.

[10] Cf. Código de Derecho Canónico (CIC por sus siglas en latín), can. 205; constitución dogmática Lumen gentium, 13; 14; 21; 22; decreto Unitatis redintegratio, 2; 3; 4; 15; 20; decreto Christus Dominus, 4; decreto Ad gentes, 22.

[11] Constitución dogmática Lumen gentium, 8; decreto Unitatis redintegratio, 1; 3; 4; Congregación per la Doctrina de Fe, Declaración. Dominus Iesus, 16.

[12] Cf. Juan Pablo II, constitución apostólica Spirituali militum curae, 21 de abril de 1986, I § 1.

[13] Cf. CIC, cánones 1026-1032.

[14]  Cf. CIC, cánones 1040-1049.

[15]  Cf. Acta Apostolicae Sedis (AAS) 59 (1967) 674.

[16]  Cf. Congregación para la Doctrina de la Fe, declaración del 1 de abril de1981, en Enchiridion Vaticanum 7, 1213.

[17] Cf. CIC, cánones 495-502.

[18] Cf. CIC, cánones 492-494.

[19] Cf. CIC, canon 511.


 

[Traducción de Inma Álvarez y Jesús Colina

© Librería Editrice Vaticana]


"Jesus Prayed to the Father for the Unity of His Disciples"


VATICAN CITY, NOV. 9, 2009 (Zenit.org).- Here is the apostolic constitution "Anglicanorum Coetibus," which was signed by Benedict XVI on Nov. 4 and published today.

The constitution introduces a canonical structure that will allow groups of Anglicans to enter full communion with the Catholic Church while preserving elements of their spiritual and liturgical patrimony.

* * *

In recent times the Holy Spirit has moved groups of Anglicans to petition repeatedly and insistently to be received into full Catholic communion individually as well as corporately. The Apostolic See has responded favorably to such petitions. Indeed, the successor of Peter, mandated by the Lord Jesus to guarantee the unity of the episcopate and to preside over and safeguard the universal communion of all the Churches,[1] could not fail to make available the means necessary to bring this holy desire to realization.

The Church, a people gathered into the unity of the Father, the Son and the Holy Spirit,[2] was instituted by our Lord Jesus Christ, as "a sacrament -- a sign and instrument, that is, of communion with God and of unity among all people."[3] Every division among the baptized in Jesus Christ wounds that which the Church is and that for which the Church exists; in fact, "such division openly contradicts the will of Christ, scandalizes the world, and damages that most holy cause, the preaching the Gospel to every creature."[4] Precisely for this reason, before shedding his blood for the salvation of the world, the Lord Jesus prayed to the Father for the unity of his disciples.[5]

It is the Holy Spirit, the principle of unity, which establishes the Church as a communion.[6] He is the principle of the unity of the faithful in the teaching of the Apostles, in the breaking of the bread and in prayer.[7] The Church, however, analogous to the mystery of the Incarnate Word, is not only an invisible spiritual communion, but is also visible;[8] in fact, "the society structured with hierarchical organs and the Mystical Body of Christ, the visible society and the spiritual community, the earthly Church and the Church endowed with heavenly riches, are not to be thought of as two realities. On the contrary, they form one complex reality formed from a two-fold element, human and divine."[9] The communion of the baptized in the teaching of the Apostles and in the breaking of the eucharistic bread is visibly manifested in the bonds of the profession of the faith in its entirety, of the celebration of all of the sacraments instituted by Christ, and of the governance of the College of Bishops united with its head, the Roman Pontiff.[10]

This single Church of Christ, which we profess in the Creed as one, holy, catholic and apostolic "subsists in the Catholic Church, which is governed by the successor of Peter and by the Bishops in communion with him. Nevertheless, many elements of sanctification and of truth are found outside her visible confines. Since these are gifts properly belonging to the Church of Christ, they are forces impelling towards Catholic unity."[11]

In the light of these ecclesiological principles, this Apostolic Constitution provides the general normative structure for regulating the institution and life of Personal Ordinariates for those Anglican faithful who desire to enter into the full communion of the Catholic Church in a corporate manner. This Constitution is completed by Complementary Norms issued by the Apostolic See.

I. §1 Personal Ordinariates for Anglicans entering into full communion with the Catholic Church are erected by the Congregation for the Doctrine of the Faith within the confines of the territorial boundaries of a particular Conference of Bishops in consultation with that same Conference.

§2 Within the territory of a particular Conference of Bishops, one or more Ordinariates may be erected as needed.

§3 Each Ordinariate possesses public juridic personality by the law itself (ipso iure); it is juridically comparable to a diocese.[12]

§4 The Ordinariate is composed of lay faithful, clerics and members of Institutes of Consecrated Life and Societies of Apostolic Life, originally belonging to the Anglican Communion and now in full communion with the Catholic Church, or those who receive the Sacraments of Initiation within the jurisdiction of the Ordinariate.

§5 The Catechism of the Catholic Church is the authoritative expression of the Catholic faith professed by members of the Ordinariate.

II. The Personal Ordinariate is governed according to the norms of universal law and the present Apostolic Constitution and is subject to the Congregation for the Doctrine of the Faith, and the other Dicasteries of the Roman Curia in accordance with their competencies. It is also governed by the Complementary Norms as well as any other specific Norms given for each Ordinariate.

III. Without excluding liturgical celebrations according to the Roman Rite, the Ordinariate has the faculty to celebrate the Holy Eucharist and the other Sacraments, the Liturgy of the Hours and other liturgical celebrations according to the liturgical books proper to the Anglican tradition, which have been approved by the Holy See, so as to maintain the liturgical, spiritual and pastoral traditions of the Anglican Communion within the Catholic Church, as a precious gift nourishing the faith of the members of the Ordinariate and as a treasure to be shared.

IV. A Personal Ordinariate is entrusted to the pastoral care of an Ordinary appointed by the Roman Pontiff.

V. The power (potestas) of the Ordinary is:

a. ordinary: connected by the law itself to the office entrusted to him by the Roman Pontiff, for both the internal forum and external forum;

b. vicarious: exercised in the name of the Roman Pontiff;

c. personal: exercised over all who belong to the Ordinariate;

This power is to be exercised jointly with that of the local Diocesan Bishop, in those cases provided for in the Complementary Norms.

VI. §1 Those who ministered as Anglican deacons, priests, or bishops, and who fulfill the requisites established by canon law[13] and are not impeded by irregularities or other impediments[14] may be accepted by the Ordinary as candidates for Holy Orders in the Catholic Church. In the case of married ministers, the norms established in the Encyclical Letter of Pope Paul VI "Sacerdotalis coelibatus", n. 42[15] and in the Statement In June[16] are to be observed. Unmarried ministers must submit to the norm of clerical celibacy of CIC can. 277, §1.

§2. The Ordinary, in full observance of the discipline of celibate clergy in the Latin Church, as a rule (pro regula) will admit only celibate men to the order of presbyter. He may also petition the Roman Pontiff, as a derogation from can. 277, §1, for the admission of married men to the order of presbyter on a case by case basis, according to objective criteria approved by the Holy See.

§3. Incardination of clerics will be regulated according to the norms of canon law.

§4. Priests incardinated into an Ordinariate, who constitute the presbyterate of the Ordinariate, are also to cultivate bonds of unity with the presbyterate of the Diocese in which they exercise their ministry. They should promote common pastoral and charitable initiatives and activities, which can be the object of agreements between the Ordinary and the local Diocesan Bishop.

§5. Candidates for Holy Orders in an Ordinariate should be prepared alongside other seminarians, especially in the areas of doctrinal and pastoral formation. In order to address the particular needs of seminarians of the Ordinariate and formation in Anglican patrimony, the Ordinary may also establish seminary programs or houses of formation which would relate to existing Catholic faculties of theology.

VII. The Ordinary, with the approval of the Holy See, can erect new Institutes of Consecrated Life and Societies of Apostolic Life, with the right to call their members to Holy Orders, according to the norms of canon law. Institutes of Consecrated Life originating in the Anglican Communion and entering into full communion with the Catholic Church may also be placed under his jurisdiction by mutual consent.

VIII. §1. The Ordinary, according to the norm of law, after having heard the opinion of the Diocesan Bishop of the place, may erect, with the consent of the Holy See, personal parishes for the faithful who belong to the Ordinariate.

§2. Pastors of the Ordinariate enjoy all the rights and are held to all the obligations established in the Code of Canon Law and, in cases established by the Complementary Norms, such rights and obligations are to be exercised in mutual pastoral assistance together with the pastors of the local Diocese where the personal parish of the Ordinariate has been established.

IX. Both the lay faithful as well as members of Institutes of Consecrated Life and Societies of Apostolic Life, originally part of the Anglican Communion, who wish to enter the Personal Ordinariate, must manifest this desire in writing.

X. §1. The Ordinary is aided in his governance by a Governing Council with its own statutes approved by the Ordinary and confirmed by the Holy See.[17]

§2. The Governing Council, presided over by the Ordinary, is composed of at least six priests. It exercises the functions specified in the Code of Canon Law for the Presbyteral Council and the College of Consultors, as well as those areas specified in the Complementary Norms.

§3. The Ordinary is to establish a Finance Council according to the norms established by the Code of Canon Law which will exercise the duties specified therein.[18]

§4. In order to provide for the consultation of the faithful, a Pastoral Council is to be constituted in the Ordinariate.[19]

XI. Every five years the Ordinary is required to come to Rome for an ad limina Apostolorum visit and present to the Roman Pontiff, through the Congregation for the Doctrine of the Faith and in consultation with the Congregation for Bishops and the Congregation for the Evangelization of Peoples, a report on the status of the Ordinariate.

XII. For judicial cases, the competent tribunal is that of the Diocese in which one of the parties is domiciled, unless the Ordinariate has constituted its own tribunal, in which case the tribunal of second instance is the one designated by the Ordinariate and approved by the Holy See.

XIII. The Decree establishing an Ordinariate will determine the location of the See and, if appropriate, the principal church.

We desire that our dispositions and norms be valid and effective now and in the future, notwithstanding, should it be necessary, the Apostolic Constitutions and ordinances issued by our predecessors, or any other prescriptions, even those requiring special mention or derogation.

Given in Rome, at St. Peter's, on November 4, 2009, the Memorial of St. Charles Borromeo.

BENEDICTUS PP XVI

* * *

[1] Cf. Second Vatican Council, Dogmatic Constitution Lumen gentium, 23; Congregation for the Doctrine of the Faith, Letter Communionis notio, 12; 13.

[2] Cf. Dogmatic Constitution Lumen gentium, 4; Decree Unitatis redintegratio, 2.

[3] Dogmatic Constitution Lumen gentium, 1.

[4] Decree Unitatis redintegratio, 1.

[5] Cf. Jn 17:20-21; Decree Unitatis redintegratio, 2.

[6] Cf. Dogmatic Constitution Lumen gentium, 13.

[7] Cf. ibid; Acts 2:42.

[8] Cf. Dogmatic Constitution Lumen gentium, 8; Letter Communionis notio, 4.

[9] Dogmatic Constitution Lumen gentium, 8.

[10] Cf. CIC, can. 205; Dogmatic Constitution Lumen gentium, 13; 14; 21; 22; Decree Unitatis redintegratio, 2; 3; 4; 15; 20; Decree Christus Dominus, 4; Decree Ad gentes, 22.

[11] Dogmatic Constitution Lumen gentium, 8.

[12] Cf. John Paul II, Ap. Const. Spirituali militium curae, 21 April 1986, I § 1.

[13] Cf. CIC, cann. 1026-1032.

[14] Cf. CIC, cann. 1040-1049.

[15] Cf. AAS 59 (1967) 674.

[16] Cf. Congregation for the Doctrine of the Faith, Statement of 1 April 1981, in Enchiridion Vaticanum 7, 1213.

[17] Cf. CIC, cann. 495-502.

[18] Cf. CIC, cann. 492-494.

[19] Cf. CIC, can. 511.

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